lunes, 29 de septiembre de 2014

LÚGANO: Un pájarito activo e inquieto, pero muy social.



LÚGANO: Un pájarito activo e inquieto, pero muy social.

   emo-malvasia.blogspot.com
 *  Eliseo de Miguel Ortiz *
 30-09-2014 - 8-03-2017 ================



 Clasificación científica:

-  Reino: Animalia       - Filum: Chordata       
- Clase: Aves       - Orden: Passeriformes
-  Familia: Fringillidae     - Género: Spinus       
- Especie:       Spinus spinus - (Linnaeus, 1758)

El lúgano, lugano o jilguero lúgano (Spinus spinus) es una especie de ave paseriforme de la familia de los fringílidos (Fringillidae). Es muy común por toda Europa y Asia, se le encuentra en zonas boscosas, tanto de coníferas como en bosques mixtos, donde se alimenta de semillas de todo tipo, especialmente de alisos y coníferas.

Es un pájaro pequeño de plumaje pardo-amarillento, diferenciable de otros fringílidos parecidos por su patrón de colores: alas negras, obispillo amarillo y flancos listados. Macho y hembra son diferentes. El macho tiene parte de la cabeza negra y la hembra tiene un aspecto más listado y de color más verdusco. Es una especie muy confiada, sociable y activa. Por esto, por su aspecto y por su canto se la aprecia y se cría en cautividad.

Sigue un patrón extraño de migración: cada pocos años, en invierno, se desplaza masivamente al sur, por causas no del todo conocidas pero que tienen que ver con factores climáticos y sobre todo de disponibilidad de alimento. Así, zonas donde no es muy abundante, sus poblaciones invernantes se multiplican.


Taxonomía y filogenia

Fue descrito por Carlos Linneo en 1758, como Fringilla spinus. En 1760, Brisson describió el género Carduelis, donde tradicionalmente se incluía a esta especie, hasta que recientemente este género se dividió y a esta especie se la incluyó en el género Spinus. Aún algunos autores la siguen tratando dentro del género Carduelis.

A pesar de contar con una gran área de distribución es una especie monotípica, es decir, no tiene descritas subespecies. Esto podría explicarse debido a varios factores como:

   - En una misma temporada de cría, varias nidadas cada una en diferentes lugares.
   - Variabilidad espacial interanual en las zonas de cría de cada individuo.
   - Invernada muy masiva que supone un intercambio genético constante.

Es la especie viva más cercanamente relacionada con S. atriceps, S. pinus y S. dominicensis, que son una de las tres radiaciones norteamericanas del género Spinus.




Descripción

Es un ave bastante pequeña, midiendo entre 11 y 12,5 cm de largo. Pesa entre 10 y 18 gr. Tiene una envergadura alar que varía entre 20 y 23 cm.

Presenta un claro dimorfismo sexual. El macho tiene un dorso oliváceo listado; obispillo amarillo; lados de la cola amarillos, y punta de la misma negra; alas negras con una distintiva franja alar amarilla; pecho amarillento que según se baja hacia la cloaca se va blanqueando y listando; y en la cabeza tiene los auriculares amarillos, y el píleo y el babero negros. La cantidad de negro en el babero es muy variable entre machos, y se ha relacionado su mayor tamaño con mayor dominancia dentro del grupo. La hembra tiene un plumaje más oliváceo que el macho. Difiere de él en que su píleo y sus auriculares son de un color verdoso; babero blanco; y un obispillo de un color amarillo blanquecino levemente listado. Los jóvenes son más parecidos a las hembras, con colores más parduscos y un plumaje más apagado.

El lúgano tiene el pico determinado por su alimentación; así es fuerte, aunque al mismo tiempo algo fino, para poder conseguir las semillas de las que se alimenta. Las patas y los pies son de color marrón oscuro y el iris es negro. Su vuelo es parecido al de otros fringílidos: rápido y ondulado.

Es fácil de reconocer, pero en algunos casos se puede confundir con otros fringílidos como el verderón serrano, el verderón común, o el verdecillo.

Su vuelo es parecido al de otros fringílidos: rápido y ondulado.

Canto y reclamo: 
Tiene dos reclamos, ambos de gran alcance, pero contrapuestos: uno es descendente y el otro ascendente; sus onomatopeyas podrían ser “tilu” y “tluih”. También en ocasiones emite un chirrido traqueteante áspero.

El canto es similar al de otros fringílidos, un gorjeo y trino fluido y rápido, que mantienen largo tiempo y que interrumpen ocasionalmente por una sílaba más fuerte o cortante. Cantan durante todo el año y a menudo en grupo.




Distribución y hábitat

Se distribuye por la mayor parte de Eurasia y el norte de África. Su área de cría está separada en dos zonas, cada una en un lado del Paleártico: costa oriental de Asia y centro y norte de Europa.

En Europa Central y algunas cordilleras del sur del continente se le puede encontrar todo el año. Es estival en el norte de Escandinavia y de Rusia; en la cuenca mediterránea y en torno al Mar Negro es invernante. En China cría en los Gran Khingan y Khingan Menor (Mongolia Interior) y en la provincia de Jiangsu; e inverna en Tíbet, Taiwán, valles del curso bajo del Yangtsé, y costa del sureste.

Su distribución estacional también está marcada por el hecho de que sigue un patrón anómalo de migración. Cada pocos años sus migraciones al sur son mucho mayores, y las poblaciones invernantes en la península ibérica se multiplican. Este suceso ha sido objeto de diversas teorías, como que se produce en los años de fuerte fructificación del abeto rojo en el centro y norte de Europa, lo que hace aumentar en gran medida las poblaciones de lúgano, o que se da en años de una gran fructificación de alisos y abedules.

Es una divagante ocasional en Norteamérica, donde el jilguero de los pinos (Spinus pinus) es su especie vicariante. Esta ave puede haber llegado a América procedente de Asia o también desde Europa (a través de Groenlandia/Islandia). Spinus spinus se ha visto en las Islas Aleutianas y en el este de América: en la península del Labrador y en varios puntos de la desembocadura del río San Lorenzo (Canadá). Esto abre la posibilidad de que esta ave entró, o aún continúa intentando entrar y establecerse, en América a través de Groenlandia/Islandia desde el oeste de Europa.

Es un ave que no se asienta por largo tiempo en un área, sino que varía mucho sus áreas de cría, alimentación, invernada de año en año.

Su hábitat son las zonas forestales, a cierta altitud, del piso montano y con cierta predilección por las zonas más húmedas.

En época de cría prefieren las zonas forestales de coníferas, aunque también se le encuentra en bosques mixtos; mientras que en invierno gustan de rastrojeras y cultivos, y áreas con árboles con semillas.



Comportamiento

Es un pájaro muy activo e inquieto. Muy social, forma grupos especialmente en otoño e invierno que suelen ser bastante pequeños y muy cohesionados, aunque pueden ser muy grandes. También en ocasiones se mezcla en grupos mixtos con otros fringílidos. Con respecto al ser humano resulta bastante confiado, pudiéndosele observar a poca distancia.

En la época de cría es mucho más tímido, solitario y difícil de ver; en base a esto existe una leyenda alemana que dice que los lúganos guardan una piedra mágica en su nido que les convierte en invisibles.

Es una de las pocas especies de aves en las que se ha descrito el llamado “allofeeding”, comportamiento que se basa en el que los subordinados (del mismo sexo) regurgitan comida a los líderes dominantes del grupo; lo que contribuye a una gran cohesión en los grupos e implica una estructura jerárquica muy fuerte.

Alimentación

Es una especie principalmente granívora. Varía su alimentación dependiendo de la época del año. Se alimenta sobre todo en los árboles, aunque ocasionalmente puede comer en el suelo.


En otoño e invierno su dieta se centra en las semillas de árboles caducifolios como los abedules y sobre todo los alisos. También acuden a las áreas de cultivo y pastizales donde junto con otros fringílidos comen las semillas de diversas asteráceas, como cardos, dientes de león, artemisias, centaureas; y otras herbáceas como la hierba de San Juan, las ulmarias, las acederas, etc.

En primavera, es decir, en su época de cría, se le encuentra en los bosques de coníferas. En este momento su alimentación se fundamenta en un gran pocentaje en las semillas de estos árboles, en especial de los géneros Abies, Picea y Larix. También acude a comer a los olmos y los álamos. En caso de que las semillas de coníferas escaseen, los invertebrados o las semillas de asteráceas pueden completar su dieta.

En verano su alimentación varía más, añadiéndole a la base de semillas de coníferas de su dieta algunas herbáceas: cenizos y compuestas.


Reproducción

Comienzan a reproducirse a la edad de un año. Las parejas se forman, en su mayor parte, en el período invernal, previas a las migraciones. Los machos compiten agresivamente por las hembras. Como parte del cortejo el macho eriza las plumas del píleo y del obispillo, hinchiéndose, extendiendo la cola y cantando con insistencia. También alimentan a la hembra por la que compiten como parte del cortejo. Además realiza vuelos de celo, de árbol en árbol, aunque no tan vistosos como el de otros fringílidos.

Construyen un nido, por lo general, en el extremo de una rama bastante elevada de alguna conífera, de forma que queda bastante escondido y es difícil de observar. En la península ibérica hacen sus nidos en abetos, pino albar y pino negral. Forman pequeñas colonias (de hasta seis parejas) con los nidos relativamente cercanos. El nido es pequeño, con forma de cuenco. Está hecho de pequeñas ramas, hierbas secas, musgo y líquenes y forrado con plumón.

A mediados de abril comienza la puesta de la primera nidada. La hembra pone entre 2 y 6 huevos. Los huevos son de color blanco o de suaves grises y azules, con pequeñas manchas pardas; y miden aproximadamente 16,5 x 12 mm.

La incubación dura entre 10 y 14 días y la realiza por completo la hembra.

Los pollos son nidícolas. Tras 15 días de vida dejan el nido medio emplumados, aunque permanecen en las cercanías, hasta que pasado aproximadamente un mes, con el plumaje ya completo, se dispersan.

Es habitual una segunda nidada, hacia mediados de junio y principios de julio, en la que en ocasiones los pollos de la primera nidad ayudan a los padres a alimentar a la segunda.

En ocasiones se hibrida con otros fringílidos como el pardillo común (Carduelis cannabina) o el pardillo sizerín (Carduelis flammea).
Estado de conservación

Su población mundial se estima entre 20 y 36 millones de ejemplares. Para el conjunto europeo se estima un número de entre 2,7 y 15 millones de parejas.

No se ha determinado una tendencia clara en sus poblaciones y por eso su grado de amenaza ha sido determinado por la UICN como de “Preocupación menor”.

En España se le considera “No amenazado”. Aparece en el anexo II del Convenio de Berna como avifauna protegida.




Relación con los humanos: Cautividad -Concurso de canto de lúganos.

Como muchos otros fringílidos, es valorado por el silvestrismo como especie doméstica por su canto y aspecto.

No requiere cuidados específicos y se adapta bastante bien a la cautividad, aunque su reproducción en cautividad no es especialmente fácil.

No existen enfermedades específicas para la especie, pero sí puede mostrar ciertas patologías intestinales asociadas a una mala dieta.

Puede vivir entre los 11 y los 14 años, en fuerte contraste con los 2 o 3 años que se estima vive en libertad.

Se le hibrida con algunos otros fringílidos (como por ejemplo el canario), dando lugar a especímenes intermedios. Los procesos de hibridación también ocurren en la naturaleza sin intervención humana.

En algunas zonas los ejemplares encontrados son procedentes de escapes o sueltas de individuos enjaulados.
En la cultura popular

Polonia, Gibraltar, Benín y Bélgica han emitido sellos postales con la imagen del lúgano.

En San Petersburgo se instaló una escultura que representa a un lúgano, ya que debido a los colores de los uniformes que vestían los alumnos de un colegio de élite de la ciudad, estos llegaron a ser conocidos con dicho sobrenombre (lúgano, que en ruso es Чиж). Este término lo popularizó una canción infantil rusa llamada Chizhik-Pyzhik.



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LA REPRODUCCIÓN DEL LÚGANO EN ESPAÑA HA SIDO  COMPROBADA.



EL LÚGANO EN ESPAÑA - COMPORTAMIENTO Y REPRODUCCIÓN:
En libertad tienen una gran preferencia por las semillas de las piñas pequeñas del Aliso Común, estas constituyen su alimento preferido aunque naturalmente, comen diversas plantas como el diente de león, cardo, artemisas, hierba de San Juan etc., durante el invierno, como otros fringílidos, suelen dirigirse a las zonas donde las cosechas han sido buenas.

Durante el periodo reproductivo, estos prefieren las zonas arboladas, zonas de coníferas, teniendo especial predilección por los abetos, incluso antes de llegar al termino de su migración para aparearse, comienzan a encelarse, llegando los machos a atacarse entre sí, durante este periodo de migración. Sobre el mes de abril, las hembras comienzan con la construcción de sus nidos, para ello suelen utilizar preferentemente las ramas que contengan musgo pegado a ellas, el nido no es más bien pequeño y suelen situarlo en ramas preferentemente de pinos o abetos, por lo que no resulta fácil de detectar, aunque suelen hacerlos en pequeños grupos, por lo que si se detecta un nido, seguro habrá otros muy cerca.

Las puestas suelen oscilar entre los tres y cinco huevos, la duración de la incubación, suele ser de 11 o 12 días, esta naturalmente es realizada por la hembra, que al igual que en los canarios, es alimentada por el macho igualmente, el macho no suele intervenir en la alimentación de los pichones durante los primeros días de vida, esta alimentación está compuesta por diversas semillas y insectos, beben agua y recogen algunas partículas de piedras, ya en el nido, regurgitan esta mezcla en las bocas de los pichones.

Los pichones, suelen saltar del nido sobre los 15 días, permaneciendo en las ramas de los árboles hasta al menos los 30 días de vida en los que consiguen la práctica totalidad de su plumaje, uniéndose en bandadas a los adultos para alimentarse, la larga permanencia de los pichones en las ramas, ocasiona un elevado grado de mortandad en estos, de ahí que en muchas ocasiones nos encontremos pichones tirados en el suelo.

Su reproducción en su mayor parte se realiza en los países norteños de Europa, (Rusia, Noruega, Suecia, Finlandia, Laponia, Gran Bretaña, Irlanda, aunque también en los Pirineos, Asia Menor etc.); pero en España se ha detectado también su reproducción. Siempre buscando zonas montañosas preferentemente de coniferas.

MIGRACIONES:
A finales de Septiembre, los luganos que han finalizado su época de cría en el norte, inician un movimiento masivo hacia el sur, para realizar su hibernación, la entrada en La Península Ibérica, la realiza cruzando los Pirineos, dirigiéndose prioritariamente hacia Navarra, Guipúzcoa,  etc., extendiéndose hasta el Estrecho de Gibraltar y Baleares, llegando hasta los países norteños de África. Muchos Luganos anillados en Alemania, Inglaterra, Suecia…, han sido recuperados en España y Marruecos años después, entre mediados de marzo y finales de abril, es cuando los lúganos realizan su regreso a sus zonas de cría, curiosamente las primeras bandadas que realizan la migración, suelen verse acompañadas de bandadas de pinzones, mientras que las últimas, suelen coincidir con las bandadas de jilgueros, se ha comprobado mediante la captura de algunos ejemplares, anillados en Guipúzcoa y capturados posteriormente en países del norte, que estos habían realizado un vuelo de 2.400 km, en 20 días.

REPODUCCIÓN EN ESPAÑA:
La reproducción en España del lúgano ha sido bien comprobada en numerosas ocasiones, más por la presencia de jóvenes recién salidos de los nidos que por el hallazgo de éstos. Observaciones de adultos en los meses de junio y julio pueden no pertenecer a una población establecida desde que este pájaro es frecuentemente enjaulado y no deben descartarse los escapados de cautividad e incluso alguno retrasado en la migración, por lo que podemos asegurar que el lúgano se reproduce también en diferentes zonas de la Península Ibérica.

MUY ADAPTADO A LA CAUTIVIDAD:
Por su comportamiento, tranquilo, su resistencia a las enfermedades así como su adaptación para la alimentación con todo tipo de semillas, además de soportar especialmente bien los cambios de temperatura, es sin duda alguna, el pájaro que mejor se ha adaptado a la cautividad, rara vez, presentan problemas intestinales al contrario que pasa con los canarios y otros fringílidos, aunque tiene una excesiva tendencia a la obesidad, por eso es conveniente controlarle las semillas oleaginosas en su alimentación.

En lo tocante a la cría en cautividad, el lugano probablemente es el fringílido que menos problemas presenta en cautividad; muchos criadores, utilizan a las hembras como nodrizas para la cría de cardenalitos y otros Spinus los cuales tienen más dificultad a la hora de criar.

No podemos decir que el hibrido de lúgano, sea comparable en belleza al de otros fringílidos, si bien los lúganos, los podemos cruzar con cualquier otro fringílido y sus híbridos, han servido para fijar varias de sus mutaciones, siendo hoy día uno de los grandes portadores de mutaciones en el mundo ornitológico como pueden ser: El Bruno, El Ágata, El Isabela, El Ino, El Mar



MALVASÍA --------------emo-malvasia.blogspot.com.es -----------Eliseo de Miguel Ortiz

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MAGNIFICA INFORMACIÓN sobre los desplazamientos de los LÚGANOS en EUROPA.
Migración e invernada en España de lúganos  (Carduelis spinus, L.) de origen europeo.
BENIGNO ASENSIO*
Ardeola 32(2), 1985, 179-186

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sábado, 2 de agosto de 2014

LA CALA DEL MORAL (MÁLAGA) - "Críalo" en los montes - 21 de julio de 2014

- foto tomada de internet -


21 de JULIO de 2014 - LA CALA DEL MORAL:Apareció en la urbanización TERRAZAS de la CALA - No podía volar y tampoco controlaba los movimientos de las patas. Por lo demás su comportamiento era de asustado, con las plumas de la cresta levantadas y con el pico abierto. Una vez reconocido, lo dejé en una zona solitaria y protegida por vegetación abundante del monte para ver si se defendía él solo y recuperaba el movimiento; (llegué a pensar que estuviera envenenado o algo parecido). Al día siguiente no encontré rastro del ave; no sé si se recuperaría. No había tenido nunca un críalo en mis manos y de verdad, es  un ave muy hermosa de plumaje e inconfundible.


 emo-malvasia.blogspot.com / Eliseo de Miguel Ortiz  / 21/07/2014/


Este post ha sido realizado por Antonio Martínez Ron (@Aberron) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.

    - Aunque es una forma de parasitismo extendida entre aves, peces e insectos, cuando se habla de “parásitos de cría” a casi todos nos viene a la mente la figura del cuco común (Cuculus canorus), la famosa ave que deposita sus huevos en nido ajeno y consigue que a su prole la críen los padres de otra especie. Los pájaros parasitados, casi siempre más pequeños, terminan alimentando a un ave que les dobla en tamaño y que previamente ha liquidado a sus compañeros de nido. Pero existen variables más sutiles de este tipo de parasitismo.

    - Los investigadores españoles Manuel y Juan Soler (de la Universidad de Granada y la Estación Experimental de Zonas Áridas de Almería) descubrieron hace unos años el comportamiento de un ave de la familia de los cucúlidos conocida como críalo (Clamator glandarius) que consigue resultados parecidos con otra estrategia. A diferencia del cuco, cuyas crías tiran del nido los huevos de los otros “hermanos”, el críalo deposita su huevo en el nido de la urraca (a la que parasita) y toma represalias si ésta no lo adopta como suyo. Esto condicionaría de alguna manera a su víctima a aceptar la relación de “abuso”. Lo explica muy bien Santiago Merino en su libro Diseñados por la enfermedad (Síntesis, 2013): “Varios días tras la puesta los críalos vuelven a visitar los nidos que han parasitado y, si las urracas han detectado el huevo intruso y lo han destruido, los críalos hacen lo mismo con toda la puesta de la urraca. De esta forma a las urracas sólo les queda aceptar al parásito o irse a otro sitio a reproducirse. Entre críalo y urraca se ha establecido una carrera coevolutiva para evitar la parasitación, por un lado, y mantenerla, por otro. El resultado de ese enfrentamiento evolutivo en la actualidad es el comportamiento mafioso del críalo, o aceptas el parásito o no te reproduces”.

   - “En realidad”, explica Juan Soler al Cuaderno de Cultura Científica, “este tipo de comportamiento lo sugirió el investigador israelita Amotz Zahavi para parásitos de cría en general, pero no se había demostrado nunca. Fuimos nosotros quienes lo descubrimos”. La historia de esta investigación resulta aún más interesante cuando sabemos que en realidad trataban de demostrar que lo afirmado por Zahavi no se cumplía. “Intentamos comprobar las ideas de este hombre”, confiesa Soler, “con la idea de que este tipo de comportamientos no se producirían en la naturaleza. Nuestra sorpresa fue que descubrimos todo lo contrario”.

En un trabajo anterior, Luis Arias de Reina había descrito la estrategia de parasitación de esta ave que habita en la zona de Granada. El macho se acerca a la zona de anidamientos y empieza a clamar de forma escandalosa para llamar la atención de las urracas (Pica pica). Cuando éstas salen a perseguirlo, la hembra aprovecha para entrar al nido ajeno y hacer su puesta. “La cría no mata directamente a sus hermanos, que es lo que hace el cuco”, nos explica Juan Soler, “sino que compite con ellos. Y es una competencia un poco desleal porque el críalo nace entre cuatro y seis días antes que las urracas del nido. Cuando sale del cascarón la urraca pesa unos 6 gramos y el críalo anda ya por los 60 o 70″.

   - El primer experimento realizado por el equipo de los hermanos Soler, publicado en 1995, consistió en localizar varios nidos de urraca que ya tenían el huevo del críalo, retirarlo y medir qué probabilidades había de que esos nidos fueran “depredados”, es decir, de que el críalo acudiera de nuevo y destruyera los huevos de la propia urraca. “Nuestras observaciones mostraron que había mayores probabilidades”, asegura Soler, “aunque no es una relación 1:1, no se produce siempre”. Además, entre 1991 y 1992 localizaron 144 nidos de urraca parasitados por críalos y observaron lo que sucedía sin intervenir. De estos, en un 5,2 % de los casos las urracas tiraron el huevo del críalo y un 7,5% fueron abandonados. Y aquí viene el dato impactante: en el 86% de los nidos en los que la urraca destruyó el huevo de críalo, los huevos de la urraca fueron también destruidos, mientras que esto solo sucedió en un 12% de los nidos donde el intruso fue aceptado.

   - Para comprobar experimentalmente que los responsables de esta destrucción de los huevos eran los críalos, los investigadores introdujeron falsos huevos de plastilina para registrar los picotazos. A las pruebas se sumaron varias observaciones directas del fenómeno: vieron que tras manipular el nido y sacar el huevo del críalo, éste – que andaba pendiente por la zona – volvía en menos de una hora y rompía todos los huevos de la urraca.

   - Pero no estaba todo el trabajo hecho. Una pieza importante del puzle era comprobar que este comportamiento aportaba una ventaja individual al parásito, en este caso el críalo, y no de grupo. “Nuestra hipótesis”, relata Soler, “es que los críalos estaban ‘enseñando’ a las urracas a no tirar su huevo. Preveíamos que las urracas a las que depredaran el nido en una primera ocasión aprenderían de la mala experiencia y cambiarían su comportamiento en la segunda ocasión. Es mejor pagar al mafioso la cuota que enfrentarse a él”.

   - Las urracas suelen hacer una sola puesta al año, pero cuando les depredan los nidos vuelven a construir otro y realizar una nueva puesta. Es en esta nueva puesta donde se esperaba que las urracas dejaran de expulsar de sus nidos los huevos parásitos. Para comprobar si el comportamiento “mafioso” de los críalos tenía el efecto esperado, el equipo de los hermanos Soler diseñó un nuevo experimento en el que usaron huevos de escayola simulando huevos de críalo y los investigadores actuaban como mafiosos depredando nidos de urraca. “Después de detectar si expulsaban o no los huevos, les depredábamos el nido”, explica Soler. “Después, esperábamos a que hicieran un nuevo nido al que volvíamos a meter un nuevo huevo de escayola y veíamos si esta ocasión repetían el comportamiento de expulsar los huevos experimentales”. “La mayoría de las urracas que habían tirado el huevo parásito y perdido sus huevos después”, añade, “pasaron a aceptar el parasitismo en la segunda ocasión”.

   - Dicho de otra forma, gracias a su comportamiento ‘mafioso’, los críalos consiguen que las urracas aprendan la lección y se aprovechan del efecto recuerdo. “De esta forma, como vuelven a parasitar en la misma zona se aseguran poder seguir haciéndolo; hay un beneficio individual de ese comportamiento mafioso”.

   - Este comportamiento propio de una “mafia” se ha observado recientemente en otra especie de ave parásita que vive en Norteamérica, el tordo cuco (Molothrus ater) y Manuel y Juan Soler creen que algo parecido puede ocurrir en las relaciones que mantienen otras muchas especies. “Algunos organismos desarrollan comportamientos sobre la misma especie o de otras imponiendo un coste a la falta de conformidad”, escriben. “Este mecanismo se conoce como “mafia” entre los humanos, pero puede que esté extendido en las relaciones entre parásitos y huéspedes en la naturaleza, desde el nivel celular a las sociedades”.

   - En un trabajo publicado en 1998, los hermanos Soler proponían la existencia de relaciones mafiosas en otras especies, como la que existe entre una especie de castaño americano y dos tipos de hongos, o la que se da entre las hormigas y los pulgones, a los que seleccionan y sacrifican si producen poco azúcar. El requisito principal para este “parasitismo mafioso” es que el parásito responda agresivamente frente al huésped que no acepte el trato. Si la agresión es lo suficientemente severa, los que aceptan tendrán ventajas frente a los que no lo hagan. Y, si el animal parasitado aprende la lección, los explotadores recibirán las pagas sin tener que mover un dedo. “Ya no tendrían a nadie que castigar”, concluye Soler, “solo tendrían que vigilar que los demás no rompen el trato”.

Este post ha sido realizado por Antonio Martínez Ron (@Aberron) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.

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Críalo   -    Vicente Hernández Gil

     El críalo es un ave mediana, con más de 30 cm, en la que destaca su larga cola escalonada, de color pardo oscuro terminada en blanco. El dorso es pardo oscuro moteado de blanco. Las partes inferiores del cuerpo y los lados de la cabeza aparecen de color crema, con tonos amarillentos en la garganta. Posado, destaca un moño de plumas que sobresale de la cabeza, dándole un aspecto "capirotado" a los adultos. Presenta un anillo ocular naranja solo visible en distancias cortas. Los jóvenes son de color marrón.
Hábitat y Distribución
     El críalo se encuentra en todo los países del entorno Mediterráneo durante la época de cría, siendo su distribución invernal africana, por debajo del Sáhara. Se distribuye por toda la Península Ibérica, faltando en zonas de alta montaña y en las Baleares. En Murcia podemos verlo en toda la provincia, a partir de finales de marzo, hasta los meses de verano, en que desaparece.
     Es un ave fundamentalmente estival, si bien permanecen algunos ejemplares durante el invierno en algunas localidades del sur de la Península Ibérica. El críalo es muy común en campos de almendros, zonas abiertas de bosque, y de matorral con árboles dispersos, saladares con tarays de porte elevado, y en general, en lugares donde pueda encontrar a su huésped, la urraca.
Costumbres y Alimentación
     El críalo junto con el cuco son los dos representantes de la familia cuculidae, ambas parásitas de crianza. El críalo es parásito casi específico de la urraca, en cuyos nidos pone uno o dos huevos. Además de mimetizar la coloración de los huevos, los pollos de críalo también imitan la voz de la especie hospedadora.


     Mientras la urraca construye el nido, no percibe que es espiada por la hembra del críalo, que al menor descuido dejará su huevo, quitando algún otro de la hospedadora.
     El pollo del críalo no expulsa del nido a los otros pollos, como hace el cuco, sino que se cría a la par que el resto de sus hermanastros. Por ello cuando son volantón es no es raro ver a una pareja de urraca seguida por un grupillo de otras urracas junto a algún críalo. Son sus hijos propios y los adoptivos.
     La alimentación del críalo es principalmente insectívora, eliminando una enorme cantidad de orugas de la procesionaria, con la que coincide en estas fechas. También captura otros invertebrados, lagartijas y pequeños mamíferos.
Protección y Conservación
     El críalo no es una especie que se encuentre en la actualidad amenazada. Tan sólo la persecución que sufre la urraca le perjudica, por ser su especie hospedadora.
     No parece necesitar medidas de conservación alguna, ya que la tendencia de su población es a aumentar en los últimos años.
Curiosidades
     El críalo pasaría desapercibido si no fuera por sus costumbres vocingleras. El nombre científico, clamator, hace mención a sus ruidosas y gárrulas costumbres.
Vicente Hernández Gil


 

Nido de urraca. El pollo de críalo se adelanta y se beneficia de los cuidados de los padres parasitados.

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El críalo parasita a otras aves pero también las ayuda a defenderse

Un estudio liderado por expertos españoles y publicado en 'Science' muestra una especie de cuco que protege los nidos de su hospedador frente a los depredadores.

Estudio sobre la vida del cuco

Madrid. (Agencia SINC).- Un equipo internacional, liderado por investigadores de la Universidad de Oviedo -CSIC- y de la Universidad de Valladolid, en colaboración con la Universidad de Neuchâtel (Suiza), ha descrito por primera vez cómo una especie de cuco protege los nidos de su hospedador frente a los depredadores.

El trabajo, publicado en la revista Science, revela aspectos beneficiosos del parasitismo de cría y establece una relación entre individuos de diferentes especies que mejora su éxito reproductor.
Revela aspectos beneficiosos del parasitismo de cría y establece una relación entre individuos de diferentes especies que mejora su éxito reproductor.

Durante 16 años, los investigadores han estudiado y monitorizado 741 de nidos de corneja negra (Corvus corone, corone) y han analizado su relación con el críalo europeo (Clamator glandarius), una especie de parásito de cría de la familia del cuco.

El trabajo está liderado por Daniela Canestrari, investigadora de la Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad (Universidad de Oviedo – CSIC) y del Departamento de Biología de Organismos y Sistemas de la Universidad de Oviedo, junto con Diana Bolopo, José M. Marcos, Vittorio Baglione, de la Universidad de Valladolid, y Gregory Röder y Ted C. J. Turlings, de la Universidad suiza de Neuchâtel.
Las conclusiones del estudio desvelan que la presencia de un pollo de críalo en el nido puede en realidad proporcionar beneficios a las cornejas, convirtiendo la relación de parasitismo en un mutualismo del que ambos salen beneficiados.

Los experimentos de campo demostraron que los polluelos de críalo protegen el nido gracias a una secreción con un olor muy desagradable que producen cuando son agredidos y que ahuyenta a los depredadores.

Este mecanismo de defensa química contribuye a la supervivencia de todos los polluelos del nido, tanto del críalo europeo como de la corneja, al mantener alejadas a aves rapaces y mamíferos.
Los análisis químicos han probado que la secreción desprendida por los polluelos de críalo europeo contiene numerosos compuestos ácidos y tóxicos que logran ahuyentar a los depredadores. Esta acción protectora de los cucos sobre sus hospedadores se prolonga de 16 a 18 días, antes de que los polluelos abandonen los nidos.
“Las conclusiones del estudio nos permiten ver que la relación entre un parásito de cría y sus hospedadores es más compleja de lo que hasta ahora pensábamos y se abren nuevas puertas para analizar mejor esas interacciones”, explica la doctora Daniela Canestrari.

Las ventajas de un nido parasitado

El críalo no expulsa del nido a los hijos de su hospedador, pero compite con ellos por el alimento que los padres llevan al nido y con frecuencia puede provocar la muerte de algunos de sus pollos. En este sentido, el críalo provoca un costo al hospedador, un rasgo característico de las especies parásitas.
En años con mucha densidad de depredadores, los nidos parasitados llegan a producir, de media, más crías de corneja. -Sin embargo, al analizar los datos recabados durante 16 años en 741 nidos asentados en las inmediaciones de la localidad leonesa de La Sobarriba, los investigadores comprobaron que en años con mucha densidad de depredadores, los nidos parasitados llegan a producir, de media, más crías de corneja con respecto a los nidos no parasitados, al sufrir menos pérdidas por depredación.
En estos años, la relación ecológica entre el críalo y la corneja deja de ser parasitismo (en la que el parásito “gana” y el hospedador “pierde”) y se transforma en mutualismo (ambos obtienen beneficios). El trabajo de campo desarrollado ha analizado asimismo la influencia que la presencia de un parásito tiene sobre el trabajo que los padres desarrollan para alimentar a las crías, mostrando que un pollo de críalo supone un esfuerzo menor comparado con un pollo de corneja, debido al menor tamaño del parásito.
La estrategia reproductiva de muchas especies de cucos es muy conocida y consiste en poner los huevos en el nido de otra ave (el hospedador) y dejar que su progenie sea criada por los padres adoptivos. - En muchos casos, cuidar a un cuco supone un costo considerable para el hospedador porque llegan a expulsar al resto de huevos o polluelos o monopolizan el alimento, provocando la muerte por inanición.

Muchas especies han desarrollado estrategias de defensa contra los parásitos de cría como la capacidad de reconocer y expulsar los huevos de otras especies o la posibilidad de defender el nido activamente contra los parásitos adultos. Sin embargo, algunas especies de hospedadores, como la corneja, no poseen ninguna defensa contra los parásitos de cría y por lo tanto sus nidos pueden ser parasitados con frecuencia.
Esta ausencia de defensas representa un interrogante abierto para muchos científicos. El estudio de Canestrari y colaboradores ha propuesto que, en el caso de la corneja negra, la falta de defensas frente al críalo se debe al efecto beneficioso que el parasitismo de cría puede proporcionar en años de alta densidad de depredadores.
El proyecto de investigación desarrollado por el equipo internacional ha sido financiado a través del Plan Nacional de Ciencia del Ministerio de Economía y Competitividad y fondos aportados por la Junta de Castilla y León.
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